Ficciones con Soundtrack 13 – La Decadense

Por Ioshio Hd.

«La matiz de la decadencia ata nuestras almas y nuestros cuerpos más que la muerte» – Serge Gainsbourg 

“Primero que nada, debo decir que ya estoy viejo. Que nunca supe vivir rápido, ni morir lento. Ciego es el tiempo para mí.”  

Amor, ¿acaso no era esta la época del año en la que los árboles llamados primavera echan flores de color rosa? –pregunta Dannai Varos mientras pasa caminando de la mano de su pareja– Hoy se ven muy secas y aun así sus ramas parece que no dejan de tener cierta cadencia natural. 

Después de colgar la llamada, pienso de nuevo en lo que Stephanie me dijo poco después de presentarle a Dannai: “Todo es sugestivo, pero es mejor que no enloquezcas, cada hombre es una puerta a la locura misma. O hasta un ascensor a los infiernos. Más cuando se trata de deseos apasionados. Ahí quizá solo fuera que nuestros estados de rebeldía quieran decirnos algo más”. 

Una tarde, Stephanie me dijo que estaba viendo fantasmas afuera de la casa a la que recién se había mudado. Cuando le pedí que me explicara más acerca de eso, me dijo que ella al principio solo escuchaba unas voces que pronunciaban su nombre cuando estaba sola, pero no le dio importancia. Más una noche, y a fuerza de reprimir esas voces con sus emociones, se generó una explosión en su cabeza de la cual emergió a otros seres, unos más fantasmales. Los cuales salieron todos por su ventana, pero uno de ellos cayó por su balcón y se quedó tirado en la puerta de su casa. Entonces le dijo que era el fantasma de Thoreau. Un fantasma engendrado de un fantasma. ¿Y qué te dijo Thoreau? –le pregunté, aun vacilante. “Ciego es el tiempo" Respondió. 

Dannai Varos era asidua a hacer relaciones entre algunos autores y la música de fondo que le parecía acorde para acompañar la lectura. Herman Hesse, por ejemplo, decía que se leía muy bien con Pink Floyd. Oscar Wilde con música de Bach, pero también poniendo un disco de Neo Soul; su favorito era uno de Erykah Badu. Murakami ya incluía su propia banda sonora en la mayoría de sus novelas, así que Dannai programaba lo que la historia le iba proponiendo. A Assimov le gustaba leerlo con música de Progresivo o post rock de bandas como Emerson, Lake and Palmer, Causa Sui, o hasta Jimmy Hendrix. A Dostoyevski le venía bien sonoramente algo melódico y suave pero al mismo tiempo espeso; entre grupos como Villagers o vocalistas como Serge Gainsbourg o hasta Leafcutter John; aunque este último y la literatura de Dostoyevski, decía Dannai, podían ser perjudiciales bajo tendencias suicidas. Para leer a Borges escuchaba Tool. Aunque después comprobó que Tool podía encajar casi con todo tipo de lecturas; lo comprobó con Hemingway, Baudelaire, Nietzsche y James Ellroy. A Nietzche podías leerlo también muy bien escuchando a su coetáneo Richard Wagner, aunque Nietzche haya odiado al músico en la etapa final de su vida. Otro que se leía muy bien con música de Wagner era Joseph Conrad. Para leer a Flaubert y a Marcel Proust escogió algo folk tipo Dead Combo y hasta incluso algo de Jazz como Chet Baker. A Albert Camus le gustó como se leía con la banda sonora de "Only lovers Left Alive" a cargo de Josef Van Wissem & SQURL. Para Leer a Poli Délano se ponía algo más tropical, estilo guaracha como La Lupe, Los Santaneros de Pepe Bustos o hasta un bolero de la Matancera. A Frédéric Beigbeder había momentos en que podias poner el techno más prendido (2 many Djs, Chemical brothers) y en momento hasta los Solo Piano de Chilly Gonzalez (aquí también porque lleva implícita la sofisticación). A Michel Houellebecq le gustó leerlo con un disco de Mogwai y otro de los Deftones. A Raymond Carver le venía bien la música de garage rock, aunque no era de la preferida de Dannai, tipo Black Rebel Motorcycle Club o Nirvana. A Henry Miller, fuera consciente o no de pronto, lo leyó escuchando discos de Nine inch nails y Prodigy.

Todo esto lo explicaba como una actividad que a ella le gustaba disfrutar simultáneamente, aunque no declaraba que fuera así para toda la gente. Cuando Stephanie le preguntó respecto al libro que estaba leyendo en esos momentos, que era “Walden” de David Thoreau, Dannai dijo que apenas había comenzado a leerlo y que hay libros a los que no se les podía poner música, pero si buenos efectos incidentales. Esa misma noche Stephanie, y sin ninguna clase de trucos, según me contó ella, se acostó por primera vez con Dannai y a la mañana siguiente me llamó desde un teléfono público diciendo: Voy a decirte algo y cuando termine de decírtelo voy a colgar: Me acabo de acostar con la mujer de tu vida. Y se quedó callada, pero no colgó. 

Amor, ¿acaso no era esta la época del año en la que los árboles llamados primavera echan flores de color rosa? –pregunta Dannai Varos mientras pasa caminando de la mano de su pareja– Hoy se ven muy secas y aun así sus ramas parece que no dejan de tener cierta cadencia natural. Y Stephanie le responde: Así parece. La decadencia se está manifestando hasta en la naturaleza, querida, sin perder nada de su cadencia. Es la “Decadanza” la que nos va a sobrevivir. 

“He visto levantarse y derrumbarse olimpos que se manifiestan en medio de las urbes. He visto las ciudades del futuro roídas y utopías bailando encerradas en círculos construidos por los mismos hombres que buscan de forma zigzagueante la inmortalidad prometida. Pero, y sin saber de qué manera sucedió eso, en la misma tierra hay hombres que ya no se sienten temor a los dioses, ni a la muerte y la galopante soledad es ahora su más sólida y condensada fibra de vida. Para el hombre, el acto de pensar en sí mismo es lo primero que marcará su camino. Ciego es el tiempo. Callado el destino.” 

…¿Y si la hubiera… si hubiera esa danza nacida de la tempestad que te convirtiera por dentro en trascendente o que, por lo menos, tu salto a la otra frontera fuera un proceso que se convirtiera en una regresión melódica que fuera placentera y eficaz para hacerte sentir lo suficientemente libre? -¿Me lo preguntas a mí, Stephanie?- le contesto -¿No fuiste tú la que alguna vez me dijo que todo es sugestivo y que es mejor que ninguno enloqueciera? Dejemos de lado lo que te dicen los fantasmas y dime, ¿Qué me cuentas de Dannai? –Nada, le gusta leer mucho y escuchar música nada más. Mañana vamos a ir al parque a ver los árboles primavera.